20060723

Lo que les voy a contar sucedió hace mucho tiempo… (Entrevista con Natalia Toledo)


Lo que les voy a contar sucedió hace mucho tiempo… con esa línea comienza Natalia Toledo (Juchitán, 1967) su más reciente trabajo literario, La muerte pies ligeros (Fondo de Cultura Económica, 2006), un cuento presentado recientemente en Oaxaca, acompañado de las ilustraciones de Francisco Toledo que lo inspiraron.

Acaso estas mismas lineas sirvan de preámbulo para una conversación en la que Natalia habla de una infancia dividida entre el Juchitán de la séptima sección y la ciudad de México; de su familia, del encuentro con la poesía y de sueños tanto como de miedos.

Háblame de La muerte pies ligeros, ¿por que crear (escribir) a partir del trabajo de Francisco Toledo?

Fue una invitación expresa del maestro Toledo. Me enseñó unos grabados de la muerte brincando con distintos animales y para mí fue una gran alegría aunque las imágenes me provocaron cierta violencia. En el cuento (escrito en zapoteco, pero traducido a español, mixe, mazateco, mixteco y chinanteco) gana el chapulín pero es una ilusión porque uno ante la muerte siempre sucumbe.

Pareciera que el cuento está dirigido para niños, ¿es así?

Sí, fue pensado para niños, pero es un cuento que pueden disfrutar los adultos porque es muy gozoso, es medio lépero y tiene una carga poética —no pude evadirme a mí misma, fue mucha la tentación de crear imágenes—. En él hablo del pito y la changada, aunque siendo reales los cuentos infantiles están pensados para que los niños aprendan algo, así que usar la referencia del pito a mí me parece bellísimo porque existe en la obra de mi papá y yo crecí en medio de pitos de ranas y lagartos. Además, como es un trabajo de ambos sí podemos apelar a eso, ni modo, así somos y así somos en general los istmeños, nombramos las cosas sin miedo.

¿La muerte pies ligeros guarda alguna relación con Los hombres que dispersó la danza, de Andrés Henestrosa?

La traducción de la memoria colectiva que hizo Andrés Henestrosa no puede tener una relación con La muerte pies ligeros. Él lo que hizo fue escribir en sus propias palabras, esas historias, que también se sabía mi abuela y me las contaba. La muerte pies ligeros sí surgió a partir de los grabados de Toledo y en ese sentido es original porque uno se sienta a escribir con toda la información que tiene, con todo lo que ha visto, escuchado y leído.

¿Para quién es la poesía que escribes habiendo tan pocos lectores, sobretodo en lenguas indígenas, tiene caso hacerlo?

El gran reto de los escritores que escribimos en lenguas indígenas, y yo diría que de cualquiera que escribe, es buscar lectores, pero no hay lectores ni siquiera en español, los mismos que escribimos somos los que consumimos la literatura que hacemos. Todo lo que yo hago no van a tener sentido si no consigo que me lean en mi lengua, sobretodo en lado sentimental porque cuando uno se traduce está buscando a los otros, pero si el IEEPO y el FCE no logran llevar esos libros a las zonas donde se hablan esas lenguas el esfuerzo no habrá valido la pena.

Natalia recuerda: Cuando yo era niña mi vida transcurría en la séptima sección y las horas de escuela eran el único momento en el yo escuchaba el español; entrar de golpe, sin ningún proceso a esa lengua, fue un choque que me creó muchas inseguridades a la hora de hablar y escribir. Pero yo llegó ahí (a Juchitán), tiro mis chanclas e inmediatamente reanudo un diálogo con todo ese mundo, sin embargo, me hubiera encantado que el proceso de cambiar de idioma fuera gradual.

¿Cómo comenzaste a escribir poesía?

Yo escribo desde los 11 años, intentaba escribir versitos dedicados a mi papá porque yo veía que cuando le llegaba la correspondencia en París, la leía y luego la hacía cachitos, fuera de quien fuera. Entonces yo me propuse escribirle cartas interesantes, para que no las rompiera, donde la palabra tuviera un peso y supiera quién era yo, qué pensaba y qué sentía, si había llovido o si había ido a una exposición, porque ir a ver arte era como ir a verlo a él, era como estar cerca de él.

¿Por qué es la poesía de Rocío González y Natalia Toledo la única que da la cara en un marco nacional e incluso internacional?

Será porque tenemos muchos años haciendo lo mismo, pero siempre nos relacionan porque somos amigas, es como una hermana para mí, además ella es la primer persona que leyó un poema mío.

De eso dan cuenta un par de encuentros. El primero de ellos fue en la ciudad de México, en un ciclo de literatura, política y pintura juchiteca, llevado a cabo en El Juglar, donde Natalia pudo escuchar por primera vez a Rocío González.

De todos los que estaban ahí la única que me pareció brillante y me conmovió por la tristeza de su poesía fue ella. Recuerdo que dijo: Quiero pedir una disculpa porque lo que voy a leer no es festivo y empezó a leer sobre la muerte, por eso me identifiqué con ella, porque a pesar de que somos muy eufóricas también somos muy melancólicas, siempre estamos extrañando algo, quién sabe qué, pero nunca estamos completas.

El segundo momento fue en un evento, ahí fue donde iniciamos un diálogo que no ha terminado aún. Más tarde le mostré mis primeros poemas, me dio su aprobación y casi me para en el zócalo para gritarle al mundo que era poeta. Así comencé, luego debuté en el Palacio de Bellas Artes, en 1984, en una lectura de poesía oaxaqueña.

¿Hay alguien que valga la pena leer en Oaxaca?

La poesía como un movimiento en Oaxaca se observa desarticulado. A pesar de que se habla mucho de pintura, creo que hay buenos escritores.

¿Quiénes?

(Silencio… piensa). Está… Azael Rodríguez… (silencio)… no tengo idea, no veo el conjunto pero los que tenga algo que decir lo van a seguir diciendo. En realidad no sé que nos falta, pero sí he escuchado voces interesantes como la de Luis Manuel Amador, él me da mucha esperanza, me parece de una limpieza y una fuerza increíbles, sin embargo ha habido buenos músicos y buenas cocineras; yo crecí con la poesía de Nazario Chacón, quien me parece el más pulcro y ambicioso de todos los poetas que ha dado Juchitán.

¿Qué piensas del erotismo y la poesía, crees que sea una influencia de familia?, porque tu papá pone a fornicar chapulines con sapos.

Soy muy juguetona, mi erostismo tiene que ver con la sensualidad, con mi ser escorpión, porque somos puro deseo, entonces tiendo a imaginarme cosas y descubro que a veces estoy pensado en algo muy erótico. Pero también tiene que ver con mi infancia en Juchitán, en el sentido de que ahí la gente suda, se quita la ropa; todo ese calor que te arroja vivir hacia afuera, estar en contacto con los otros y además dormir juntos en espacios tan reducidos, donde todos escuchábamos nuestros cuerpos.

Recuerda: Todo eso me hace pensar en la vida en la casa de mi abuela, cuando dormíamos como pescaditos en el petate varios primos, la vida era ahí, éramos juntos. Esa una de las cosas que más tristeza me da, que se nos olvido a todos que la vida éramos juntos. Olvidamos esta idea de las juchitecas de ir a buscar fortuna, de ir a trabajar —aunque yo soy una mala reproducción, pero mi mama y mi abuela trabajaban mucho—. Recuerdo que todas regresaron enfermas, sin nada, a morir de donde partieron: los brazos de mi abuela, esos brazos que ya no existen, porque mi abuela se murió el año pasado y ya no hay quien nos reciba, por eso me queda esa sensación de que la vida éramos juntas. Porque mi abuela y mi mamá eran gente que se atrevió a vivir sin ninguna atadura, eran libres y nunca les interesó quedarse con un hombre. Yo creo que por eso no me he casado.

¿Y no te gustaría casarte?

Me gustaría casarme sólo para bailar el mediu xhiga, (son de cooperación en las fiestas de bodas de juchitán)

¿Pero te ves como madre?

Creo que sería una excelente mamá, pero por alguna razón, consciente o inconsciente, uno va acumulando miedos e inseguridades y realmente, como yo viví con mujeres que tenían hijos, cuyos padres estaban quién sabe donde, me da terror ser madre soltera. No es una suerte que me gustaría correr pero tener un hombre las 24 horas tampoco me gusta. Estoy bien como estoy.

¿Entonces tú a quién le vas a contar todas esas historias?

Es cierto, así es como se transmite la memoria, la oralidad, pero tengo sobrinos y hermanos más pequeños, Benjamín, cuando se deja, le cuento cosas, pero también las escribo y si corro con suerte me las publican y encuentro lectores.

Laureana Toledo, Doctor Lakra, Natalia Toledo son artistas, en ese sentido ¿es una bendición o maldición ser hijo de Francisco Toledo?

Las dos cosas. En mi caso no sabía bien lo que hacía cuando escribía, mi relación con la palabra no nació de las cosas que me contaban o de haber ido a una escuelita donde contaban cuentos, sino porque me quedé sola; a los ocho años me fui a vivir a la ciudad de México con mi abuela paterna con la que yo había convivido muy poco, fue ahí que escuché todo mi ruido interno: me apague por fuera y me metí en todo lo que había absorbido, vivido y querido. Por eso esperaba todos los días a que llegara la noche para poder cerrar los ojos y meterme en Juchitán, a través de la memoria, y todas esas cosas un día salieron en forma de poemas, de reclamo, de añoranza, de tristeza, de jocosidad. De esa soledad nació todo, fue para sobrevivir, lo cual no me parece un mérito, pero estás hablando con una sobreviviente. Sin embargo, a pesar de ser hija de Francisco Toledo, no hay que olvidar que mi mamá no es artista y que su participación en mi vida fue más importante, porque ella estuvo, y mi padre era una presencia intermitente que me daba libros, música, viajes y la oportunidad de conocer a algunos escritores y pintores.

En uno de esos viajes, recuerdo que a los 10 años mi padre me llevó a ver un cuadro de Kasimir Malevitch, que me fascinó por su simpleza, yo le dije a mi papá que cuál era el chiste de ese cuadro, que me parecía tan simple que cualquiera lo podía hacer. Él me dijo que el grado de dificultad de una pieza no importaba, y que ese cuadro estaba ahí porque su autor (Malevitch) se atrevió hacerlo.

¿Existe nepotismo en la entrega de premios y becas?

A mí lo que me ha tocado ver, porque he sido becaria, es que por supuesto que la gente que está ahí beneficia a sus amigos y aunque no debería de ser así, así es como funciona.

¿Qué piensas del alcohol, de la bohemia?

Como dice Alí Chumacero: Todos los poetas están mal de la cabeza. Hay demasiadas normas y los poetas se saltan muchas, a veces fuera de la realidad porque es muy triste y nefasta y hay que reinventarla. Los poetas somos mucho de hablar, inventar y contar nuestras cuitas y sí reunirnos a beber, pero no necesariamente.

¿Qué piensas de que Felipe Calderón ganó las elecciones para presidente de la República?

No pude creer que haya perdido AMLO, es un problema de ignorancia y de manipulación televisiva, incluso con los resultados que estaba dando de a poquito el IFE: fue un fraude. Me parece increíble que en un país de jodidos hayan votado por él (Calderón). Se orquestó, creo que Fox, el IFE, las televisoras, la oligarquía de este país, puso a trabajar sus tentáculos en todas sus esferas para cambiar la percepción de la gente: lo inflaron, porque (Calderón) es un candidato insípido, sin personalidad, sin proyectos y muy autoritario. Es una pena que haya ganado porque este sistema sólo ha traído beneficios para unos cuantos y pobreza para muchos millones de mexicanos, así que esta desigualad sí me asusta. Tenemos que organizarnos para hacer que cambie este país porque se puede oler el sentimiento de un pueblo, de toda la gente que me encuentro en la calle y en los mercados, todos estábamos apostando por un cambio porque es obsceno y jodido que la riqueza esté concentrada en unos cuantos; yo me pregunto si les va a dar tiempo de gastarse todo ese dinero antes de que se los lleve la chingada.

Natalia Toledo ha publicado Paraíso de fisuras (en coautoría con Rocío González, 1992) y Mujeres del sol, mujeres de oro (Instituto Oaxaqueño de las Culturas, 2002). Fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), en lenguas indígenas (1994-1995), y de 1995 a 1996, del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (Foesca). Su obra fue incluida en las antologías Juchitán-Mexikos satd der fraun, Guie’ sti’ didxaza’ (La flor de la palabra), Las divinas mutantes, Palimpsesto y en Toledo: la línea metafórica.

20060705

Apuntes de para una Sonata Burocrática de Raúl Ortega Ayala


Londres, Inglaterra.- Haciendo un recorrido por algunas galerías londinenses he venido a dar a la Rokeby Gallery, ubicada en Store Street, en donde el artista mexicano Raúl Ortega Ayala (Ciudad de México, 1973), exhibe Sonata Burocrática, una mezcla que versa en el trabajo de una oficina cualquiera.

El arte de Ayala se enfoca en una variedad de temas que oscilan en lo habitual —el entorno inmediato—, haciendo investigaciones formales muy detalladas de los materiales —inmersiones él las llama—. Es en ese sentido que este artista necesita experiencias y elementos encontrados para producir ‘souvenirs’ como componentes de series en las que el mundo de las oficinas, la comida o la jardinería se convierten en preocupaciones estéticas. Su más reciente exhibición da cuenta de ello y lo integra en el mainstream del arte mundial.

Su intervención en espacios en los que cifra sus discursos hacen de su más reciente entrega un índice que revela su fascinación por lo materiales comunes del medio ambiente burocrático.

Dentro de la exhibición hay una pieza llamada All for Love/Todo por Amor que no está estrictamente integrada a la serie Sonata Burocrática, sin embargo dilucida parte del proceso de trabajo de Ayala, como una especie de preludio de ésta.

Y es que por mucho años este artista apareció como extra en telenovelas y programas de la televisión mexicana. Es así como se integra en diferentes ambientes o submundos, pero en este caso es lo que él define como una “inmersión efímera del pasado”.

La piezas Sarah Welsh and Last Supper/La Última Cena de Sarah Welsh es parte de otra series titulada Foodstuff/Sniffing glue, relacionada con la intervención estética con la comida.

Las piezas de la Sonata Burocrática están hechas de impulsos similares a los anteriores ejemplos. Es posible encontrar tanto esculturas, video, fotografías, instalaciones y dibujos a partir de elementos como post it’s, persianas, ligas, clips, sobres, sillas, lámparas, lápices, tazas y escritorios, tanto domésticas como intervenciones a gran escala —hay una fotografía de la Aviva Tower, en donde las luces de cada una de sus oficinas fueron intervenidas para crear un dibujo monumental ya sea abriendo o cerrando las persianas.

Radicado en Londres, Inglaterra el artista habló para MUJERES de los procesos que lo han llevado a formar parte de un círculo reducido de artistas que apuesta por ser ciudadanos del mundo y crear fuera de cualquier impostura o regionalismo.

Todo comenzó, dijo, como una búsqueda, “una divagación para mejor representar mi obra, para entender lo que quería hacer. Eso me llevó a tomar la decisión de estudiar una maestría en el extranjero, en la Glasgow School of Art y el Hunter College, Nueva York, EUA. Esa fue una de las mejores experiencias que he tenido profesional y personalmente hablando”.

Fue un reto, aseguró, llegar ahí, “únicamente con mi trabajo y sin conocer a nadie y sin conexiones, con sólo mi trabajo como respaldo”.

Para Ayala al trabajar con temas o experiencias universales le hizo más sencillo desprenderse de los fantasmas regionales o nacionales. “Mis temas suceden en todo el mundo, pero evitando la aproximaciones geográficas”.

Y es que, sostuvo, “México es muchos méxicos, un México de tradiciones pero también moderno y contemporáneo, que funciona dentro del bloque mundial y con temas globales”. En ese sentido hay muchos artistas mexicanos que han hecho que su obra sea vista por lo es, no por su mexicanidad, “porque tenemos el lastre de Frida Kahlo, Diego Rivera y toda la escuela mexicana, que en el momento que se dio fue muy sano para el arte porque trataba de encontrar una identidad, pero pasado el tiempo y luego de la generación de la ruptura, ya no es necesario justificar la mexicanidad en el arte, uno puede ser mexicano pero no es necesario probárselo a nadie”.

A pesar de que su separación de un discurso nacional no fue un proceso consciente, Ayala es, dijo, simplemente parte de una generación de mexicanos que no sólo tienen esa influencia, sino muchas más; “somos una generación universal pero que también entiende los problemas sociales, sin embargo, no me interesa manifestarlos a través de mi obra”.

Sostuvo que al final de cuentas encontró un proceso, una forma de trabajo que le funciona: “meterme en el tema al 100%, ver películas, leer libros, hablar con especialistas, pero eso a veces no es suficiente, entonces para ahondar en ellos se busca “una chamba” que en cierto sentido le permite meterse de lleno al día con día de un tema en específico.

De eso tratan sus exhibiciones, son el resultado de procesos de inmersión, en este caso el mundo corporativo, de oficinas.

Ahora trabaja como jardinero en Londres, con la intención de hacer una serie usando ese tema. “Pero no se trata de hacer visitas ocasionales o de una forma semiburguesa para trabajar en el mundo de la jardinería y del arte al mismo tiempo, no, porque lo hago en serio, pago mi renta y como con el dinero que me pagan haciendo ese trabajo. El resultado de este trabajo se presenta en enero de 2007 en la Laura Bartlett Gallery, en Londres, Inglaterra.

Ayala se formó como artista visual en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” y estudió Ciencias Culturales en El Claustro de Sor Juana, Filosofía en La Universidad Nacional Autónoma de México, e hizo una maestría en Arte en la Glasgow School of Art y el Hunter College, Nueva York, EUA. Actualmente su trabajo se puede ver en México en la Galería Enrique Guerrero.